Zitadina

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“Tened miedo de aquellas que eclipsan, siendo feas, a las bellas”

Ramón de Campoamor (1818 - 1901) Poeta español.

 

 

 

Belleza

 

 

I’m Every Woman

 

Las máximas divas, las "grandes bellezas", esas que valían su peso en oro, las afroditas en su “Hysteria". No solo se dieron a eso, también fueron el deseo irrefutable de aquel que no perdona: el tiempo.

 

Siendo muy joven te agobia todo. Siendo una trans joven te agobia no nacer con la belleza adecuada para llegar a los estándares de lo sublime: hombre y  mujer en la conjunción perfecta y en la sincronía adecuada.

 

Lo bello es un privilegio; tal vez el más rapaz, porque no se hizo el más mínimo esfuerzo para ser obtenido, eres admirado por aquello de lo cual no eres el creador.

El reflejo de la imagen no suele mentir, la fealdad sabe de eso cada vez que se contempla, o se lo recuerdan. Lo feo permanece, no cambia, no se lamenta de aquello que nunca tuvo; nada se pierde cuando se es fea, incluso la inseguridad se puede justificar en este caso, pero no se perdona en aquello que se considera bello, que al igual que la fealdad, no se puede ir más allá de eso si ambas surgen de la naturalidad.

El ejemplo perfecto de inseguridad en la belleza es cuando esas máximas divas se vuelven la caricatura de ellas mismas, tantas cirugías las vuelve patéticas en un rostro que se supone no necesita de intervenciones para existir. 

En ese rango de la pose transexual que solo vivió para su cara, y su cuerpo, la noticia no sorprende: llegó alguien más joven y más guapa que tú.

 

Veo el tiempo pasar, y sobre espaldas su justicia. Ser fea nunca se sintió también, nadie borró de ti la verdadera identidad. Veo esas máximas divas en la decadencia que les brindo su vanidad, y nunca pensé que hoy me vería mejor que muchas. 

Lo feo de ser bella es que dura muy poco tiempo, lo bello de ser fea es que explotas otras virtudes. Tonta sería aquella que no saca partido de su belleza, tonta aquella que de la fealdad no saca su belleza, en ambos casos la crueldad del tiempo y lo aniquilante de la vejez no discrimina a ninguna, ante la belleza de la muerte nadie es indiferente.

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