Delitos Carnales (2ª Parte)

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 “La humanidad se cansa pronto de todo, sobre todo de lo que más disfruta”

George Bernard Shaw (1856-1950) Escritor irlandés.

 

 

Humano Desechable


 

 

 

Humano Desechable¡Sí!, ¡si!... ¡ya se!, las mismas quejas de siempre, es que ella me ¡estafó!, es que ella me trató mal, es que ella me robó, ella es fría, me apresura y no da besos en la boca, ella, ella, ella, no se comporta como novia si no como puta. Y les pregunto: ¿pues qué esperabas?. ¿En serio no se habían percatado que todos somos seres de consumo?, ¡consumistas! y por ende ¡usables!, desechables, tan es así, que pobre de aquel que no esté consciente de eso, ya que cualquier día, la vida le puede sorprender con un divorcio, una mala inversión, un despido injustificado, una traición, en fin en cualquier momento pueden perderlo todo; pobre de aquel que no esté consciente que en este mundo que va rápido, uno es un humano desechable, y que detrás de él vienen otros mejores y más preparados, que hoy día se usa y se tira sin la más mínima compasión; y vuelvo a preguntar ¿Qué esperabas?.


El amor en estas circunstancias no cabe en este vocabulario Trans, por lo tanto no es tema a debatir y además es algo que ellos dicen no buscar ni necesitar. Si en cualquier matrimonio “normal” después de mucho tiempo el sexo se vuelve una obligación y en algunos casos hasta resulta un fastidio, ¿qué esperabas de aquello que no lo es?. Si en los noviazgos existen los malos entendidos y las faltas de acuerdo ¿qué se podría esperar de aquello que no lo es ni en lo más mínimo?. Y vuelvo a preguntar ¿qué esperabas?, y eso que en los dos casos anteriores hay fundamentos sustentables para ser tolerantes. Y efectivamente, todo aquel que paga por algo y sale defectuoso tiene todo el derecho del mundo a quejarse, pero si se compra algo que a todas leguas se sabe que nació defectuoso, imperfecto o que viene usado, manoseado, ¡discúlpenme señores! pero no tienen derecho a reclamar nada, ya que sobre advertencia no hay engaño, y me baso en la trillada frase que dice así: por mucho que valga su dinero “lo que realmente vale la pena, no tiene precio”.


No será tan fácil dejar de ser un humano desechable, más si nos adentramos en las adicciones, al sexo, y si al sexo le ponemos un precio simplemente estamos perdidos, no todos tenemos los medios para ser usados a conciencia, para algunos les resultará caro y para otros una simple ganga, pero si hablamos de negocios nadie está en las condiciones como para sumar perdidas, ¿o sí?. Sin embargo existen algunos que solo pierden dinero y tiempo en el mejor de los casos, pero después de una mala experiencia nadie me puede negar que el mal sabor de boca no se quita con borrón y cuenta nueva, eso se queda en la conciencia y ni que decir de algunos que tienen el alma herida y buscan venganza a costa de lo que por si mancillado está, ¿será que nuestros actos son redituables?.


En las condiciones de ganar-ganar siempre se abusará del necesitado, del adicto, del débil, así que nadie se queje de nada cuando han autorizado su abuso o ¿acaso ustedes pensaron primero en los suyos antes de caer en la red? o se lanzaron al vacio pretendiendo caer en blandito. Para los hombres heteros que tropiezan con las trans siempre existe un consuelo: su hogar, sus hijos, su familia, la novia, aún y con todo, su mundo es un consuelo después de un mala experiencia. ¿Pensaste en ellos cuando reclamas verdad o lealtad?. Si existiera un “juicio divino” seguro nos diría: “No hagas aquello que no te gustaría que te hicieran”, con esa referencia ¿de qué te quejas?. Una mala experiencia la tenemos todos, pero el que es buey hasta el yunque le sabe y regresa a él para volver a lamerlo.


Si separamos toda culpa, toda seudo moral y nos basamos en la exigencia del consumista, existe un método para quejarse sin perder el estilo y es el siguiente: dan las gracias, huyen del lugar y ¡jamás!, ¡jamás! se vuelve a contratar ese mal servicio. En este caso ¿quién es la persona que tiene que aprender algo?, tal vez sean ambos. A ninguna le gusta que le digan “muerta de hambre” pero cuando se tiene hambre y no se tienen los recursos ni los medios para saciarse, créanme que en automático vuelve la humildad para toda aquella que trató mal a quien no debía.


 


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